Segundo Taller
Entrenamiento en Bioética para miembros de CEUCA – UVG
Instrucciones: A continuación encontrará 4
secciones del taller de actualización y entrenamiento en bioética para miembros
del CEUCA – UVG. Lea las primeras 3
secciones y al finalizar encontrará en la sección # 4, tres preguntas de
análisis que deberá contestar y enviar via email a la coordinación del comité.
I.
Introducción al tema de
experimentación animal y bioética
El uso de
animales en la experimentación y en la docencia tiene un impacto de importancia
para la vida humana. El beneficio
obtenido de las experimentaciones con animales ha brindado y brinda ayuda a
mejorar notablemente el bienestar humano e incluso el de los animales. Si el uso de animales en la investigación no
se hubiera podido lograr un avance significativo en el conocimiento de la
biología para la realización posterior de diagnósticos y tratamientos que han
impactado en la calidad de vida de las poblaciones humanas. Es por eso que la experimentación debe
tratarse haciendo énfasis en las bases morales - filosóficas que rigen la
experimentación, teniendo en cuenta la propia etología animal.
Estas son
específicamente las siguientes:
1.
Autonomía: Se refiere a la libertad de actuar sin interferencias
externas que controlen o coaccionen la elección. Hace énfasis en la
consideración del individuo como fin en sí mismo digno de respeto y libertad.
2.
Beneficencia: supone la obligación de actuar a
beneficio de otros. Sin embargo, la
beneficencia intenta hacer el bien a los demás en sus necesidades siempre que
ellos lo pidan o acepten. Los principios
de la beneficencia y la autonomía son inseparables ya que no se puede hacer el
bien al otro al actuar contra su voluntad, aunque estemos obligados moralmente
a no hacerle daño.
3.
Justicia: consiste en el reparto
equitativo de los beneficios y cargas en el ámbito del bienestar vital evitando
la discriminación al acceso en temas de salud y recursos. Este principio pone límites sobre la
autonomía ya que supone que no se atente contra la vida ni los derechos de los
demás.
4.
No maleficencia: se refiere al respeto de la
integridad física y psicológica de los estudiados. Es de relevancia en la
ciencia ya que muchas técnicas pueden acarrear daños, riesgos y efectos
secundarios, por lo que suscita una evaluación profunda del costo-beneficio.
Debido a
que al hablar de animales estamos incluyendo la relación del investigador con
los mismos, debemos incluir también los siguientes:
1.
Responsabilidad: incide en las acciones y
omisiones del investigador en cuanto a sus obligaciones con el estudio y sus
participantes.
2.
Precaución: incluye la bioseguridad del
investigador, los sujetos de estudio (animales y humanos) así como el medio
ambiente.
Con lo
anterior en mente, se han descrito una serie de normas y reglamentaciones que
se basan en fundamentación teórica y científica. Es así como gracias a los
comités de ética para la experimentación con animales, se vienen realizando
esfuerzos específicos para asegurar el uso adecuado y responsable de animales
para fines de investigación y docencia.
Sin embargo, hace falta un buen camino por recorrer en materia de
asegurar el trato bioético de los animales en nuestro país (así como en muchos
otros).
La discusión permanente dentro la ciencia y la
ética suscitan polémica en cuanto a la experimentación con animales ya que es
una práctica frecuente en la praxis científica.
La postura de los investigadores que defienden el uso de animales se
basa en el hecho de considerar a los animales cruciales para el desarrollo de
la ciencia aplicada, mientras que la postura de los activistas de los derechos
animales reclaman que es una práctica cruel que debería ser evitada. No podemos dejar de tomar en cuenta que ha sido
gracias al trabajo de algunos activistas por los derechos animales que se ha
sacado a discusión el problema ético que significa someter animales a la
voluntad humana, quitándoles la libertad (o la autonomía). Esto directamente invita a la ciencia a revisar
su relación con la ética pues tal y como la práctica científica se interesa por
la relevancia moral de las personas que participan en la investigación, así
mismo una gran parte de los miembros de la sociedad desea discutir la
consideración para con los animales como seres moralmente relevantes que
necesitan de una justificada protección frente a práctica científica.
Aunque no existen estadísticas claras, pues sólo unos
países como El Reino Unido, Estados Unidos y Alemania publican cifras
oficiales, se estima que son más de 150 millones de animales son usados para la
experimentación alrededor de los laboratorios del mundo. En la anterior cifra, no se toman en cuenta
los animales que son reproducidos en bioterios y son sacrificados como
excedente de la producción.
Regresando a la polémica del rechazo a la experimentación
con animales, los grupos que lo hacen se motivan debido a la cantidad de
animales usados y a la falta de protección que existe para con los mismos en
muchos lugares del mundo. La
experimentación más rechazada por el público en general es el uso de animales
en la industria cosmética al ser considerado injusto por algunos el que
animales mueran o sean sujetos a metodologías de experimentación por satisfacer
frivolidades humanas. El apoyo a la
experimentación y el rechazo a los argumentos de los activistas aumentan cuando
se trata el tema de la experimentación para el desarrollo de curas o técnicas
médicas que aseguren la salud humana y pública.
En esta área el punto más común para apoyar el uso de animales se ha
basado en la consideración del fin superior del ser humano que requiere el
sacrificio de seres “inferiores” para prolongar su vida o salud. Así mismo se basa en el alegato que los
animales pueden tratarse de manera “humanitaria” para conseguir nuevos
tratamientos, nuevos medicamentos, nuevas técnicas quirúrgicas, entre
otros. Esta polémica está estrechamente
relacionada con la concepción de la naturaleza animal y la relación de la misma
con la existencia humana en el planeta.
El ser humano ha utilizado a la naturaleza como
fuente de recursos para su subsistencia por lo que la naturaleza para el ser
humano posee valor instrumental, ecológico y económico. Gracias al desarrollo de la agricultura y la
ganadería, se ha permitido alimentar a más personas; y gracias a la los
adelantos sanitarios se han permitido el aumento en la expectativa de vida. Lo
anterior trajo como consecuencia deseada un inevitable incremento en la población humana. Este aumento
en número y densidad de población, hace
que la naturaleza se vea cada vez más exigida por lo que toma relevancia el
debate ético sobre las implicaciones de la experimentación con animales en
virtud al incremento del conocimiento científico y técnico.
II.
Historia
del uso de animales en la experimentación y la docencia
La cultura griega regía su consideración a la
relación humano - animal en base a la
concepción aristotélica de las tres almas o
Psiqué, en donde lo que mantiene a los seres vivos y les permite realizar
sus funciones vitales. Los animales,
vegetales y el humano son considerados poseedores
de un alma “vegetativa” que es la encargada de efectuar las funciones básicas
de cada uno. Además se consideraba que sólo los humanos y los animales poseen
un alma “sensitiva” que les hace capaces de captar estímulos y reaccionar a los
mismos. La vital diferencia
entonces, es la consideración que el
hombre posee un alma “racional” que nos permite la comunicación en lenguaje
articulado y ser racionales como únicos poseedores de inteligencia e imaginación. Por esta razón y como animales eran
considerados como no poseedores de razón,
son considerados “inferiores” y esto
le otorga al ser humano el derecho de considerarlos como meros instrumentos
para sus fines. Lo anterior era considerado
para los esclavos y las mujeres ya que también se agrupaban en la categorización
animal por considerarse que carecían de razón y de esta manera no era objetada
su consideración y su tratamiento como medios para los fines de los hombres
ciudadanos libres.
Más tarde en la historia de la humanidad, las tradiciones
judaica y cristiana siguieron la misma línea aristotélica que confiere a los
seres humanos el estatus de superiores por ser creados a la imagen y semejanza
de Dios, otorgándoles un papel dominante sobre la naturaleza.
Fue en el S. XVI cuando Descartes en su Discurso
del Método (1637) considera a los animales y al cuerpo humano como una especie
de máquina que se asemeja en funcionamiento a las creadas por el hombre. Para Descartes lo que realmente separa al
hombre de los animales es la mente que le permite al ser humano pensar, hablar,
crear, experimentar placer y dolor, poseer moralidad y libertad. Luego en el S. XVII los científicos brindaron
por medio de las vivisecciones notables avances en el conocimiento de la
fisiología y la anatomía. Debido a que se consideraba a los animales (carentes
de mente) como máquinas carentes de sentimientos, no era considerado que los
mismos pudieran sentir dolor. Lo anterior, aunado al hecho de la superioridad
del ser humano sobre os animales causa que se usen una gran cantidad de
animales en la experimentación y la docencia. A partir del siglo XVII el modelo cartesiano
es apoyado por el racionalismo de Kant que define al hombre como el único fin
en sí mismo y a los animales como medios para obtener sus objetivos. Para Kant,
el ser humano solamente tiene obligaciones morales hacia los animales por mero
reflejo de su calidad moral. Luego de la
aparición de las teorías evolutivas darwinianas, Bentham y Hume separadamente,
argumentaron racionalmente a favor de la consideración igualitaria de los
animales en cuanto a su capacidad de sentir dolor y a que las emociones
pertenecen a un tipo de mente que no es exclusivamente humana. Con esto empieza a considerarse el “sentir”
como parte de la capacidad de “sufrir” y por esta misma capacidad, el ser
humano puede “sentir” empatía hacia las situaciones de otros seres vivos.
Al analizar la situación con premisas de base
evolucionista, los animales sufren de forma evidente al ser sometidos a
situaciones de estrés como la sujeción, el manejo, el hacinamiento y demás
situaciones que no les permita desarrollar sus actividades normales de la
especie.
En EEUU y el Reino unido durante los años 1800 se
empiezan a formar las primeras organizaciones anti-vivisección solicitando la
prohibición de la práctica por ser considerada cruel y se continúan hasta la
fecha las peticiones para el reemplazo de los animales como “objetos” para el
estudio científico. Es así como en el
siglo XX y con el uso de adelantos en la anestesia, surgen nuevos
planteamientos sobre el BIENESTAR animal que nos perite distinguir los actos
benéficos maléficos hacia los animales y sobre los DERECHOS de los animales que
les confieren algunos análogos a los de primera generación como el derecho a la
vida y al no ser maltratados o torturados.
III.
Las 6
“R´s” de la experimentación con animales
Después de empezar la agitada discusión pública
sobre la bioética en el uso de animales en la experimentación, los primeros en hacer una reflexión ética
fueron los británicos William Russel (zoólogo)
y Rex Burch (microbiólogo) quienes en 1959 publicaron “The Principles of Humane experimental
Technique” en donde proponen las hasta hoy usadas “3 R´s” de la
experimentación con animales:
1. Reducción de
animales utilizados en la investigación.
2. Reemplazo
de
animales en pruebas experimentales por otras técnicas o métodos que no los utilicen.
3. Refinamiento de
técnicas para la manipulación y experimentación con animales.
Actualmente en los comités institucionales de
cuidado animal (IACUC), incluyen o
sugieren de una u otra manera a otra otras 3 “R´s”:
4. Relevancia técnica y científica de los experimentos que
usan animales.
5. Redundancia: evitar
la repetición de técnicas y experimentos que usen animales. Acá se hace
importante la publicación que permita la divulgación de resultados para evitar
la injustificada o innecesaria redundancia en las investigaciones y sus
resultados
6. Regulaciones: El
seguimiento de las regulaciones nacionales, internacionales e institucionales
en materia a uso y cuidado animal.
Estas 6 “R´s” que rigen la experimentación con
animales, conforman un avance significativo en las condiciones en las cuales se
utilizan animales en los laboratorios, la experimentación y la docencia
universitaria.
IV.
Problemas
éticos con la experimentación con animales
El seguimiento cuidadoso de las 6 “R´s” mencionadas
anteriormente, indudablemente suscita una mejora en las condiciones de
alojamiento, enjaulamiento, manejo del estrés y el dolor, consideración de
etología de la especie, la alimentación y demás aspectos que involucran el uso
de animales.
La participación de los animales en la
experimentación, existe porque el ser humano se adjudica un valor moral
superior que le autoriza el uso de otros seres vivos para sus propósitos. La
ciencia actúa desde siempre con una perspectiva antropocéntrica que valora a
los animales como instrumentos al servicio de una causa superior que asegure el
mejoramiento continuo de la vida y del bienestar de los mismos seres
vivos.
Sabemos desde el principio que la práctica
científica NO es axiológicamente neutral ya que toma partido por el ser humano,
por lo que la se abre una pregunta crucial para la ética con el uso de
animales: ¿Es el uso de animales moralmente legítimo en el caso de la
experimentación? El hecho de saber que
existe la capacidad de experimentar dolor y sufrimiento por parte de los
animales, nos otorga la obligación de no hacerlos sufrir o de disminuir su sufrimiento. Con esto se abre un punto fundamental para
examinar la discriminación que la ciencia hace de los animales: el
consentimiento de los participantes en una investigación. Cuando se realizan pruebas con seres humanos
se hace necesario el consentimiento informado y cunado tratamos de animales
simplemente los obligamos… Parece absurdo hablar de “consentimiento animal” ya
que los mismos carecen de lenguaje y de una capacidad intelectual que les permita
entender el experimento, evaluar su beneficio y riesgo, así como el de
manifestar su interés por participar en el mismo.
El filósofo moral Steve Saponitzis (1987) considera
que en los animales existe y es expreso un interés por participar en una
investigación ya que en casi el 100% de los casos, los mismos indican una
negativa que puede interpretarse en base a sus comportamientos de reacción o de
rechazo a la sujeción y al manejo en general. Para Sapontzis los animales
comúnmente expresan su voluntad ya sea por medio de la vocalización, gimiendo,
deprimiéndose, auto mutilándose, etc. Por lo que su voluntad está expresada en base a sus intereses básicos
de no sufrir dolor o estrés, por lo que cuando esto pasa estamos frente a una
evidente expresión de negativa de participación en la experimentación. El problema que tiene la ciencia entonces es
claro: no queremos frustrar nuestras
expectativas considerando a los animales moralmente relevantes en la
investigación ya que la totalidad de ellos se negarían a participar en
experimentos invasivos o dolorosos ya que aunque reñido con sus intereses,
prometen beneficios para el ser humano.
Con lo anterior como premisa, el hombre entonces
tiene una responsabilidad moral hacia los animales ya que al ser un ser
racional, es capaz de modificar el mundo intencionalmente y por lo tanto puede
perjudicar o beneficiar a su misma especie tanto como a otras. La experimentación con animales no puede ser
arbitraria ni puede estar sujeta a los caprichos del investigador. Los animales son seres sensibles, dotados de un
sistema nervioso central por lo que
merecen consideración. La experimentación
con animales debe ser regulada y proteger a los débiles, tal y como se realiza al exponer seres humanos
a la investigación que son considerados vulnerables.
Debido a que el marco legal no es suficiente para
sostener la investigación con animales y es imposible obtener un consentimiento
informado por parte de los animales, el refinamiento de las técnicas de
sedación, analgesia y anestesia se hacen necesarias para un fin relevante en la
investigación con animales.
La discusión moral y ética es un proceso activo que
ha venido originando cambios a lo largo de los años. En cuanto al uso de animales en la
experimentación y la docencia, los defensores de los animales atacan la
investigación por causar sufrimiento a
los mismos y los científicos descansan en el paradigma ideológico
antropocéntrico de la superioridad d moral del ser humano por lo que justifica
el uso de animales. El hecho de
considerar a los seres humanos como “superiores” a los animales es una premisa
insuficiente para justificar la explotación y el abandono moral al que puedan
ser sometidos. Es por lo anterior que en
el caso de la experimentación con animales, la investigación debe regirse por
los mismos parámetros que se usan para regir los procedimientos hechos con
seres humanos:
a) Protección
del débil frente al fuerte.
b) Ampliación
de la discusión bioética por parte de la comunidad para considerar a los animales ya que la
moral del ser humano implica responsabilidad para con los mismos y no confiere
una licencia para su explotación inhumanitaria.
V.
Sección
de análisis:
1. Enumere
y comente ¿Cuáles son los principio bioéticos que deben regir la
experimentación y por qué son considerados importantes específicamente en la
experimentación con animales?
2. Comente
en general cómo considera que cada una de las R´s de la experimentación con
animales descrita en el documento, ha contribuido a la experimentación y a la
docencia.
3. Comente
qué problemas éticos trae el uso de animales en investigación.
Bibliografía:
·
http://www.derechoanimal.info/images/pdf/FABIOLA-LEYTON-experimentacion-con-animales.pdf
·
Aristóteles:
Acerca del Alma. Ed. Gredos, Madrid, 1988.
·
Matfield, Mark:
“Animal experimentation: the continuing debate”. En Nature Reviews, Vol.
I,
·
149-152: 2002.
·
Editorial “Marching
for Science”. Nature Neuroscience, 12, 523: 2009.
·
Rollin, Bernard:
“Animal research: a moral science. Talking Point on the use of animals in
·
scientific research”.
En EMBO Reports Nº8, 6, 521-525: 2007.
·
Sapontzis, S. F.: Morals,
Reason and Animals. Temple University Press, Philadelphia,
·
1987.
·
Singer, Peter: Liberación Animal. Ed.
Trotta, Madrid, 1999.